Anemocoria
Es la forma
de dispersión de los propágulos en la que
es el viento el que produce el transporte.
Las plantas producen propágulos en forma de semillas, desnudas o
acompañadas por partes derivadas de otros órganos, que idealmente deben
dispersarse a cierta distancia.
La ventaja obtenida de la dispersión lejana es
múltiple: la especie encuentra una oportunidad de extender su área; los pies
que crecen juntos no estarán tan emparentados (no serán tan “consanguíneos”) lo
que aumentará el vigor de su progenie común; los nuevos individuos no
competirán por el espacio y los nutrientes con la planta madre.
La anemocoria se basa en general
en semillas pequeñas y secas dotadas o acompañadas de estructuras que aumentan
su superficie y su rozamiento con el aire. Los dos casos más comunes son:
·
Semillas o frutos alados. Los
pinos presentan semillas que cuando se desprenden de la bráctea tectriz (la
escama) van acompañadas de un ala. Se llama sámaras a frutos de tipo aquenio pero alados.
Los frutos de los
arces llevan un ala asimétrica, alabeada y dotada de un borde de ataque,
semejante en todo a una de las palas de una hélice aeronáutica, que, mientras
el fruto cae, provoca un movimiento de giro que retarda la llegada al suelo,
favoreciendo el alejamiento. Algo parecido se observa en las semillas del árbol
Gyrocarpus.
· Vilanos. Reciben este nombre las
expansiones formados por pelos flexibles o rígidos que acompañan a la semilla o
fruto. Los vilanos permiten incluso que el viento levante al propágulo,
transportándolo a grandes distancias.
Muchas compuestas, como los dientes de león (g. Taraxacum) forman
pequeños frutos monospermos y secos (aquenios) que cuelgan de un vilano. Hay un
gran número de casos en los que las semillas, muy pequeñas, aparecen envueltas
por una masa algodonosa. Es el caso de los chopos (Populus), los sauces (Salix) o las
espadañas (Typha).